viernes, noviembre 21, 2008

kind of




16 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede haber quienes ven el mundo con la "curva RGB" invertida. Mientras llamen con los mismos nombres que los demás usan para sus sensaciones de color normales a sus locas sensaciones de color, es imposible que alguien note la diferencia.

fermugica dijo...

siempre pienso eso.

Walter Leonardo Doti - (Filosofo Multimedia) dijo...

Sin embargo hay pruebas objetivas para determinar ese problema.

Anónimo dijo...

Estás ahí.

Anónimo dijo...

Me parece que estás pensando en el daltonismo. Los daltónicos confunden colores. Se puede determinar, si dos personas son confrontadas con un par de colores, si una ve los dos pero la otra ve solamente uno.

En cambio, es imposible saber si una persona tiene las sensaciones de color intercambiadas (yo sólo especulaba al respecto). Supuesto sea que alguien desde su nacimiento ve azul el rojo y rojo el azul. Le enseñan el rojo mostrándole algo que todos llaman "rojo", pero que ve azul, y aprende a llamar "rojo" al azul. Le enseñan el azul mostrándole algo que todos llaman "azul", pero que ve rojo, y aprende a llamar "azul" al rojo. Si se pone a esta persona y a otra que ve azul el azul y rojo el rojo ante una imagen azul y roja, los dos señalarán "azul" en la misma parte de la imagen y "rojo" en la misma parte de la imagen, aunque estén viendo distintos colores. Si a cualquiera de estas dos personas se le pregunta algo más sobre los colores que está viendo, seguirá aplicándoles nombres tan arbitrarios como "azul" o "rojo" hasta quedarse sin palabras.

El problema es que la cualidad intrínseca de la sensación de color es inefable. Los nombres de los colores no dicen nada sobre los colores y no se puede decir algo más sobre ellos.

Profundizando un poco se puede pensar, dado que ambas personas se relacionan por igual con la realidad que las rodea, que las sensaciones mismas son convencionales. Argumento contra el empirismo. Todas nuestras sensaciones son etiquetas que nos sirven para distinguir estímulos que nos llegan del mundo. No conocemos a través de los sentidos, sólo detectamos diferencias. Es lo único que, como animales, necesitamos para sobrevivir. Forzamos la herramienta cuya función es nuestra supervivencia para que sea una herramienta que nos proporcione conocimiento y lo que sea que nos proporcionan las obras de arte.

María dijo...

faltan pedazos

P dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
P dijo...

Tampoco haría falta que el cambio en la percepción se dé sólo a nivel visual/cromático.

Por ejemplo, podría pasar que lo que yo llamo rojo alguien lo escuche como un sonido de flauta, o quizás como una sensación de calor, o quizás lo vea como otro color que yo nunca vi, o como alguna otro tipo de percepción que no conozco.

Nadie notaría la diferencia mientras las transformaciones preserven información (sean isomorfismos) y tengan algunas buenas propiedades (probablemente que preserven continuidad, o sea que un par de percepciones "parecidas" para X sean también "parecidas" para Y).

Anónimo dijo...

Sí. Por eso el caso de la inversión de la "curva RGB" es mucho más sostenible que el del solo intercambio de azul por rojo y, por supuesto, que el del cambio discontinuo de una sensación de color por un sonido de flauta, que además el mismo perceptor reconocería como perteneciente a otro sentido (no me imagino estar mirando una pintura y reconocer tranquilamente un "agujero" desde donde proviene un sonido de flauta). Si todas las sensaciones de color de la visión se organizan en un cubo sólido, la inversión de la "curva RGB" equivaldría a reorientarlo de modo tal que el vértice negro sea el blanco y el blanco sea el negro (arrastrando todos los demás colores tras ellos). Entonces donde A ve gris oscuro, B ve gris claro, y si A justito al lado ve gris un poco más oscuro, B ve gris un poco más claro. Pero B llama "gris oscuro" al gris claro, y piensa que "un poquitito más oscuro" es lo que ve: un poquitito más claro.

Pasando del terreno del color al de las formas que producimos gracias a ellos, tengo entendido que se hicieron experimentos con personas que se prestaron a utilizar anteojos que invertían verticalmente todo lo que veían. El resultado fue que, luego de un breve período de adaptación, reanudaron el curso de su vida tal como era antes de usar los anteojos. Aunque no sé si aprendieron a llamar "arriba" a abajo y "abajo" a arriba o si su visión se las ingenió para compensar el efecto de los anteojos y ver todo como antes.

AB dijo...

Usted y sus órganos de la visión (en un sentido mas chomskiano que físico) al final no hicieron grandes cambios en el aspecto.

Si hay quienes ven un solo color en dos o varios, ¿cuánto y qué pierde uno? Siento que el fin de todo es 'no poder abarcar completamente'

Me hace acordar al momento en que me compré auriculares,
y descubrí el sonido.

Zaludos, poeti_a.

Walter Leonardo Doti - (Filosofo Multimedia) dijo...

Fantásticas explicaciones (sin ironía. Muy bien redactadas y explicativas). Sin embargo, parece que hay cierta objetividad en las cualidades del mundo. Alguna vez alguien me comentó que existirían pruebas objetivas para este problema (que no confundo con el daltonismo porque, lamentablemente, soy daltónico).
A priori, coincidiría con lo que se expone. Sin embargo, en vista de la mención anterior, me veré obligado a averiguar más sobre el asunto.

Anónimo dijo...

Se me ocurre que tampoco hay que pasar de un extremo al otro, y dejar de creer que los sentidos nos muestran el mundo tal como es para empezar a pensar que somos ciegos, sordos e insensibles al olfato, tacto y gusto sin saberlo.

Es verdad que los colores no son objetivamente reales. Pero son respuestas a cierto rango de longitudes de onda e intensidades en el espectro electromagnético reguladas por leyes. De hecho, existen las leyes de la visión. Y si no existieran, además de no poder conocer la realidad tal como es, no podríamos sobrevivir. Si vemos mayor energía, vemos colores más claros. Y si esa energía está acotada en su longitud de onda, vemos distintos tipos de color (rojo, azul, verde, etc.). Esto siempre es así. Y si se da todo vuelta, siempre está todo dado vuelta. Por eso, si a alguien le ocurre eso, puede seguir adelante sin problemas.

Me parece que no es tan tonto pensar en la visión como en un fotómetro analógico. En vez de arrojar números, arroja colores.

Ahora bien, el empirista ingenuo piensa que los números del fotómetro, digital o analógico, pero que señala cifras, interpretan los colores mientras que el ojo tiene acceso a los colores, que son la realidad, en forma directa. En eso se equivoca. Lo acertado es saber que tanto el ojo como el fotómetro están asignándole una apariencia, muy distinta en cada caso, a la realidad, guiados por un criterio sólido.

Pero esto no significa solamente que es posible conducirse en la vida sin morir rápidamente. También es posible, una vez que se conocen las leyes de la visión (que yo asumo sin más en su forma actual), inferir de las sensaciones la realidad objetiva. Sabemos que el color blanco visto por un ojo sano en vigilia es su respuesta al espectro visible completo. Y si mis sensaciones de color estuvieran en negativo, nada cambiaría excepto la sensación.

Por eso tampoco hay que irse al otro extremo y suponer que nuestro intelecto hace malabares con sensaciones ilusorias. La realidad objetiva no está completamente fuera de nuestro alcance.

Quizás esto sea un disparate, seguramente lo es, pero llevando esta especulación ociosa cada vez más lejos, se puede pensar en el lenguaje como en un sexto sentido, un súper-sentido, o sentido divino, que los hombres esculpimos libremente sobre la base de los sentidos inferiores, o animales, o, también si se quiere, lenguajes animales. Con la ventaja, además, de que podemos compartirlo. Sea como sea, se ve que palabras y sensaciones no son tan distintas después de todo.

AB dijo...

What is everyone doing in the bloody linkful blog?

Anónimo dijo...

estoy enamorado de vos

fermugica dijo...

ay, capaz yo de vos también.

pero no me digas quién sos porque ahí ya seguró que no.

Anónimo dijo...

Eso sí: le falta un toquecito de camourrie (según la ortografía francesa).

let's follow the cops back home