viernes, junio 08, 2012


Una mujer que tomaba café en la calle me gritó ¡mademoiselle!. Estaba con tres hombres. Me preguntaron si era inglesa. Al día siguiente partían para Ibiza. Yo dije que era argentina y repitieron ´partusse partusse’ como en un mantra enfermo. Creo que me quedaría en cada una de esas mesas si supiera un poco más de física cuántica. 

viernes, junio 01, 2012


Entonces hace falta que escriba un journal. Con fernandaciones incluídas, dice Paul. Y hacé lo que quieras pero no tomes merca. Está peor que nunca, dice mamá y se queda cantando Balada para un loco mientras Paul, y no Pablo, me regala muchas cosas que trajo de  Londres y ¿cuál querés primero? ¿grande o chica?  yo sabía que te iba a gustar.  Entonces siento que no merezco ni un poco todo esto que estoy viviendo, y pienso que quiero mucho a la gente que quiero, que amo mucho a la gente que amo. Escribí sin querer que siento que no me reconozco. Que no mere(cono)zco.
En el avión viajé con Artemio Cruz; que en verdad era un anciano poco amigable que había pedido kosher como menú pero no era judío, que había pedido assitance para que lo pasearan en silla de ruedas -y así saltear la aduana-, pero no era inválido. Y yo le tenía miedo a tantas cosas que al final me produjeron un vértigo hermoso que no permití que me dejara  arrastrar con su conversación etílica de kosher con vino blanco. Quería disfrutar. En silencio. Dicen que los hombres vuelven de la guerra sin nada que contar. En la narración siempre hay vida, entonces, pienso. Hay al menos un deseo de vida cuando se narra. Pero qué hago escuchando a un hombre que se hace pasar por judío, que narra como en una última bocanada desesperada, que se repite las cosas para que no desaparezcan porque ya se van, ya se van. Porque la narración de a poco también asesina. La de los barriletes estelares, la de los empleados públicos y de comercio que (se) mueren mientras escuchan. Porque todo lo que te mata está hecho de tiempo muerto. No quiero escucharte, no es ésta una situación de escuchar; estoy mirando cómo se alejan las lucecitas de buenos aires y pienso Qué linda es buenos aires, una ciudad mujer y yo que quizás resolví mi complejo de Edipo con ella. Quiero que me perdonen, no quiero sentirme culpable por no haber escuchado a ese hombre. Quiero que me perdonen, ese hombre hace 20 años, como se abandona Israel, como se abandona Buenos Aires, había abandonado a sus hijos. 

sábado, marzo 03, 2012

Eisejuaz - Sara Gallardo

[Regalo o préstamo, que a esta altura asumo regalo, de @lumpenar ]


(Estamos tomando un café. Alguien abre la puerta y un pájaro quiere entrar; pero la puerta se cierra y el pájaro se estampa contra el vidrio. Cae casi muerto al lado mío. Cae a mi derecha, no quiero pensar en augurios. Nadie no lo salva. )

Después de exprimirme el cerebro tratando de hablar en inglés con Gillian, leo el español de Sara Gallardo como si fuese un bálsamo. Pocos libros me dejan paladear, disfrutar cada frase, cada palabra. Éste se juega el puesto número 1 con Pedro Páramo.

Lo que subrayamos: un animal demasiado solitario se come a sí mismo.

martes, febrero 28, 2012

correspondencias

    • << ja! (je suis heureux d'être le destinataire de ce message; merci) si MDQ est un cauchemar, tout autre endroit peut être un rêve... (sophisme de l'inconscient). Est-ce que c'est la ville, le lieu ou toi qui réagis d'autre forme, loin de tout ce qui te juge? (peut être un peu des deux). Tu es "libre" pour la première fois, arisque, et tu es en train de nettoyer le miroir. Regardes-toi, donc, fixe tes yeux dans tes yeux tout ce que tu peux. La Fernanda qui a vécu à Mar del Plata est peut-être loin de toi; (peux-tu lui regarder partir en courant au fond du miroir?) Quand tu rentres à MDQ, l'impression ne serai pas la même, et tu deciderai qu'est-ce que tu veux faire... Ton cauchemar est un anachronisme.>>

domingo, enero 22, 2012

L'amour dure trois ans - Frédéric Beigbeder


[Librería de la sncf de la gare d'Austerlitz el 1 de enero de este año porque (y acá por algún motivo justifico mi compra) me había quedado sin nada para leer y eso no es algo que ocurra todos los días.]



El mundo es inmenso, mi amor, y es tan arbitrario enamorarse de alguien. Leo el libro en cuestión y me digo que todo lo que dice es obvio. Es algo que por algún motivo conozco de memoria desde los 15 años, casi como algo que se vuelve un contrarrelato de los grandes relatos y que por tanto es archiconocido. Por qué escribir una novela sobre eso, me pregunto. Y pienso: capaz hay algo que se me está escapando. Pero creo que la gracia estaría en darle a todo una vuelta de tuerca, en decir, ok, somos esto, estamos de acuerdo contigo, Beigbeder, pero ¿qué hacemos? ¿sufrir? ¿intentar cambiarlo? ¿analizarlo hasta el hartazgo? ¿encontrarle justificativos en el aire recargado de la época y finalmente aceptarlo? ¿buscarle alguna veta linda? 

Igual tuvo su magia leerlo: personajes que se encuentran frente al Pompidou, en los mismos lugares donde nosotras desayunábamos y mucho-mucho regodeo en el lenguaje. 

Camino con Paige desde la estación, ella lee en su Kindle. Le pregunto y me dice que le gustan las novelas románticas, que ya leyó veinte desde que estamos acá. Tomamos un café con Brianna. No tenemos mucho de qué hablar. Quizás tampoco tendríamos si habláramos la misma lengua. 


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Lo que subrayamos:  "Le paradis, c'est les autres, mais il ne faut pas en abuser"













let's follow the cops back home