sábado, mayo 31, 2008

Pizarnik

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Lo bueno de las preguntas que nos hacen en mi facultad es que esperan respuestas como ésta:

- desconcierto, desesperación, inseguridad, angustia, risa, nerviosismo, locura, risa angustiante, risa liberadora, risa ambivalente, desorden, más risa, más desconcierto, más nerviosismo, etc.

Todo eso frente a un texto de Pizarnik, again.

Pero yo no puedo decir nada, porque tengo días de mirar el cuaderno o alguna cara y nada más, de estar tensa, pendiente de todo como-si-algo-importara, días de sentirme tan in-significante, tan nada, como sin derecho a decir ni una palabra, y todo esto entre tanto predominio del significante. Y no quiere decir que las cosas no me lleguen. De hecho, creo que no me resisto mucho, me presto, me dejo atravesar por lo que leo, por cualquier cosa que leo (y por otras cosas también). Pero no digo nada.

Y mejor, porque aunque después fue el chiste de toda la clase, si a mí me obligaban a decir algo sobre ese poema tenía que hablar de dolor de estómago, nauseas, sudor frío, y otras sensaciones bastante más perjudiciales para mí salud, entre tanto non-sense y tan poca inocencia, aunque no veo en todo esto nada negativo.

Cito:

Pero no quiero precipitarme -pensó Tote mientras Joerecto le explicitaba, gestualmente y callando, el propósito de que su susodicho ingresara en el Aula Magna de la Totedeseante que tentaba con la su lengua que, rosadapavlova, rubricaba ruborosa la cosa, ruborezándole a lacosa, rubricabalgando a su dulce amigo en sube y baja, enranúnculo de hojas estremecidas como las vivas hojas de su nueva Poética que Joe Supererguido palpa delicadamente, trata de abrir, que lo abra, lo abrió, fue en el fondo del pozo del jardín, al final de Estagirita me abren la rosa, sípijoe, másjoe, todavía más y ¡oh!
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